lunes, 24 de junio de 2013

Quiralidad Hispanofona.



Quiralidad Hispanófona


Dícese que ahora los argentinos llevan la batuta en la hispanidad o se dice o lo digo, o yo o lo he escuchado tanto en el inconsciente de los demás que así ahora me viene al caso escribirlo para su análisis, porque al ser los argentinos herederos directos del Europeo, incluso con mayor oceáno que los Chilenos y la mestiza Brasil, los argentinos lograron librarse de las monarquías y los parlamentarios de tipo europeo sin tener ninguna convulsión más que el proceso migratorio que compartimos en todas las américas, pues en otras tierras de la américa son multiples las convulsiones y muchas serán las riquezas cuando entonces se solucionen, pero por lo pronto los argentinos siendo los del problema más corto  pudieron desarrollar en nustra Iberoamerica las investigaciones que marcaron nuestro siglo.

Si antes la Nueva España relució ante el mundo fue  porque todavía había una vieja España. Por lo pronto se les permite a los argentinos ser los más avanzados de la hispanofonía en lo que respeta al ideal Hamiltoniano  en la Iberoamérica y Kichner está dando pasos tan certeros y severos como los de Licurgo.

En Latinoamérica es la posición histórica de la Argentino con respecto a la Mexicana de igual importancia aunque opuesta como si ambos territorios se encontrasen por naturaleza en quiralidad, pues ellos germinaron directo en nuevos campos la identidad del Español y nosotros en México de la cuna de la civilización dónde aún quedaba rastro del gran pasado Americano, se cultivaron los argentinos sin epifitos culturales más lejanos que los propios europeos, pero la raíz del mesoamericano vino fundirse directo con la raíz de otro galaxia cultural y creció la plática mexicana aglutinando un rico mestizaje de verbos y dió nacimiento a muchos otras acciones que aun estan explotando su desarrollo. Los argentinos siguieron la misma línea europea agudizando la tradición y dijera yo si bien lo pensará que fue primero gracias a las siembras de José de Gálvez: aquel enviado por la Corte iluminada de Carlos III que fue mandado a las Américas para abrir los nuevos puertos en el sur de nuestros Continente para librarlos de la dependencia Española, impuesto que la nueva España en aquellos tiempos sí tenía,  por ello viene al caso que en la región del mar la Plata se dió desde entonces el pie para crear la nueva provincia del Río de la Plata y dar nacimiento a una de las tierras más fecundas para el goce del vastago original europeo que desde siempre anhelo la libertad. Como si la semilla europea hubiese crecido en un campo fértil donde antes no fue cultivada ninguna otra semilla, por ello la época de la Argentina comienza a dar frutos ahora y ahora yo como dicho méxicano digo con lucidez que sea todo ello enhorabuena para toda la hispanofonía  y la dirección para el desarrollo humano que ahora se encuentra en América porque vendrá pronto la reacción de la quiralidad hispanófona en lo que resta de America. Y si no somos argentinos los méxianos y ni méxianos los argentinos es porque a nosotros tocaba escribir esto y nuestro hablar aún más lejos.



domingo, 23 de junio de 2013

El hombre Nixtamal.



El hombre que fue Nixtamal.


Fueron siete noches y seis días, en la séptima noche Jacobo se  desvaneció y  en pedazos siguió su camino.

-     ¡Seis desvelos no valen en Londres!

Repitió para sí mismo la frase vagando en dirección norte del paseo Abingdon por el viejo centro de Londres, al tiempo que martillaba la oración en su cabeza cada dos minutos.

-     ¡Seis desvelos valen pero no en Londres!


Caminó en trance con una agotada terquedad mientras hacía equilibrios para no languidecer en el halo invisible que emana la vida nocturna de los bulevares, esa noche Jacobo acertó  solamente a oler los personajes históricos enfermos de contumacia que todavía se pasean en las calles, de todos los olores del Abbandun penetro más aquel vahó solitario y tenaz en los poros de su nariz, una esencia que se afanaba en los edificios que hubo levantado Joseph Aspdin en todas los paseos de Inglaterra y errando Jacobo percibió que era verdad: la esencia venia de Dorset unos kilómetros al sur, era la fetidez más penetrante de todas las que se  mezclaban en las cuencas del Támesis y llegaba a La City  aquel seco perfume que entraba a las paredes nasales como cal húmeda y se humedecía con la fragancia de las aguas para conjugarse con un hedor a trizas de carne humana guisándose.

-¡Lo debí haber terminado en la primera noche… o nunca haberlo empezado, no,  no valen seis desvelos en Londres!

 A pesar que Jacobo llevó por encima de su cabeza la aurora de la luna llena y la memoria repleta de recuerdos no tuvo limpidez para conectar los pensamientos, e iba mariposeando sin ver los faros que alumbraban las banquetas y los costados de la calle, ni siquiera el verde luz del parque Victoria que lo seguía a su costado por el ancho donde caminaba sus pasos eran más largos y eran más, y cada vez se iba perdiendo entre la espesa arcilla viviente que forma la atmosfera de la metrópoli:  mujeres y tafetanes derrengando bailes sin elegancia y con censura, todos los hombres en ternos, con maletín en mano y ejecutando tres actos sin consciencia de ninguno, los unos hablan por teléfono, otros apenas sacan su celular y los demás en un lapso intermedio  marcan el número que se encuentra entre los hechos de los dos personajes de Londres, el que viene y el que va y cada uno de ellos va repitiendo un eco discontinuo de acciones a tres tiempos. Jacobo escuchó aquella secuencia en un ciclo infinitamente nauseabundo como si ellos intentaran comunicarse con todas las jábegas que alimentan la capital del Reino Unido.  Las voces de los hombres y los repiquetes de los tacones asechaban hasta la terquedad de pronunciar su frase y tal fue su miedo que pensó que hasta su obstinación se vería inmolada por mecánicos tafetanes y viejos ternos en ese momento entendió por vez primera el bramar de un sentimiento ruin y el sonido que escucha el hombre cuando sólo intenta oírse él mismo, Jacobo inmediatamente asemejó las perturbaciones al ritmo de los versos que memorizó y nunca pudo comprender y cuando percibió el error que compartía con todos ellos por ésta falta, cayó en un plañir tan infantil e inevitable que dejó salir todas las sales de sus ojos salando los machuelos por los que pasó esa noche: y entre lagrimeos cantó todas las odas, estrofas y baladas que hasta ese momento conocía y consideraba comprender, todo con tal de que una de ellas le bajara el perdón del canto y lo hizo así hasta que su alma recordó una jarcha en muzárabe, porque le vino de no supo dónde para desbocar todo su ser en un gemido tan enjundioso que saltaron  de sus encías algunos de sus dientes, como si fueran granos de un elote que se machaca con el invisible cuchillo de la poesía que por primera vez se siente al cantarla entre los labios,  y en ese rezó tosco y sincero Jacobo imploró de continuo por un alfaquí:

-¡Seis desvelos valen ahora lo sé….pero no en Londres, no valen en Londres, da lo mismo uno a seis desvelos! ¡Cúrame Señor o dime que hago aquí!


Jacobo se desaguaba en sudor con su cuerpo y su alma lo seguía cociendo en un gran sollozo desde adentro, entre los poros donde le escapaba una sangre blanca, albina, que pintó su piel en un semblante pálido y lleno de expresión mientras su dientes manchaban las calles como se piedritas blancas que sin intención quedaban atrás de sus pasos, deambulando  hasta  salir de la cimbra de árboles en que se metió Jacobo siguió por la misma calle con tal de llegar al paseo Abingdon, imaginó caminar pensando que todo era producto de su fantasía  hasta que ya no le estorbo ninguna de las ramas, ahí en el entrelace de las avenidas pudo observar  el salir del sol, un nuevo día comenzaba y una noche más en Londres había pasado - Jacobo alcanzó a medio leer una placa que con fuerzas se afianzaba a un muro- el barroco de la barda hecho de cemento Portland y en la lámina que da el nombre de la calle vio escrito un mensaje que pensó personalmente enviado como presagió: Milkbank Str.  entonces Jacobo confirmo las conjuras que tejió durante su caminata por Abigndon y Abbandun: sintió cuajados los pies de todos los tipos de leche que pudo probar un hombre en Inglaterra, leche de vaca Yak tibetana, de camella de Africa y de cabra de Georgia, leche de Holstein, de oveja, de uro y de perra recién preñada por un perro callejero, una argamasa de calostro de todas las reinas que pisaron la calle de Milkbank en Londres lleno su estómago y después la invasión de lácteos que entraron a su paladar desde las uñas de sus pies hasta su boca.
Quiso detenerse y no caminar más, calmar su desvelo y no querer creer más en él, porque ya pocas eran sus fuerzas y tan solo le quedaba otra tanta para decir

-Seis desvelos valen en todo el mundo pero no en la infestada City de Londres.

Miró como pudo atrás del camino lechoso por el que había atravesado la noche anterior y ahora lo vio de día,  era una cueva larga que escondía su entrada para todos los transeúntes, la puerta estaba oculta entre sauces por un socavón angosto que pronto se descubría luminoso, en el camino para entrar y salir de la gruta se rayaba una vereda hecha con polvos de tequesquite como polvos salidos del suelo [i]  al tino todo como para agarrar sazón y preparar la cal viva para un nixtamal.
¡ Jacobo sintió al tris la senda calosa en sus huesos, vio los tafetanes con pavor del libido y escuchó a todos los ternos hablando en un mismo celular, hasta que penetró en los recuerdos de sus memorias! en ese momento todo el lugar fue como el antiguo lago de Texcoco:  recordó cuando Doña Malena llegaba a las tres de la tarde pronta a cocer los granos de maíz y a prender la televisión como si para ella todo eso fuera derroche de armoniosos hechos uno seguido del otro sin ninguna vacilación, pues la Doña lo hacia con una gracia que le  eliminaba sus kilos y los años, mas al empezar el cisco de la tele en aquella visión Jacobo percibió una molestia familiar que la asoció entre visiones con los ecos de un teléfono hablando en solitario con groseros repiquetes de taconazos que zumbaban dentro de un caliche largo y tupido de robles, Jacobo se disipo con sus recuerdos y sintió que se su cuerpo se consumía en una  vaina que cubría su toda su figura y que hubo ignorado encontrarse envuelto en ella- pero seguía ahí en frente del edificio barrocó hecho con el primer cemento Portland, seguía inerte sin haber dado siquiera un paso para atravesar las avenidas que confluyen en Milkbank, al punto Jacobo cayo en cuenta que hubo pasado un buen tiempo desde que se detuvo en aquella encrucijada y al dar el primer paso para seguir su camino: sintió como cada parte de su figura se desgranaba poco a poco, su torso cuajado pesaba, sus miembros hechos como hojas verdes y su pelo como de huitlacoche, estaba todo el ya hecho de mieses de maíz y desde boca se desmenuzaba su pensamiento:

-     ¡Tres noches eran suficientes para este cantar, yo tuve siete, seis desvelos no valen en Londres!

La quimera de Jacobo no lo dejó y sin quitar todavía la vista sobre  aquella gruta luminosa vio como el aparato televisivo de Doña Malena estuvo prendido  durante toda la noche acompañando el reposo del maíz que se bañó en una olla de aguas calizas por una noche,  Doña Malena le hubo dejado a las mazorcas la grabación de su  programa preferido de televisión, “cien mexicanos dijeron” por creer que era un tipo de levadura estrepitosa para que la masa se inflara e hiciera más bulto después; Jacobo dio el segundo paso y voltio su cuello para escupir trozos de dientes de nuevo con su habla:

-¡Seis noches valen para nada en Londres, los desvelos son vacíos y sin ganas!

Jacobo aplastó con ambas manos su rostro como queriendo eliminar aquellas alucinaciones que le traía el mirar para aquel camino de tequesquite y cuando bajo los brazos -¡palpo los poros de su nariz entre sus manos y sintió como se venía abajo todas sus fauces! -cuando separo aún más sus diez dedos para librar de sus manos aquella imagen,  miró que ambas de sus cejas caían en añicos hacia el asfalto y cuando intentó moverse de nuevo uno de sus ojos lo sintió más adelante y la otra pupila en una órbita más atrás - ¡entonces olvidó como respirar! - Jacobo no lo pensó dos veces tenía que alejarse del caliche, de los juegos que su terquedad le habían hecho aquella noche y el súbito espíritu del hombre más arrepentido que se pudo encontrar en la City aquel día lo impulso a dar  enormes zancadas  y sus piernas respondieron al reflejo del vahído… corrió y corrió,  alejándose con ahínco de aquella temible y fulgente madriguera por la que estuvo caminando con anhelos de crepúsculos en un eterno anochecer, Jacobo corrió  mientras iba dejando en cada uno de sus pasos trizas de maíz por la velocidad que dirigía la vaina de su cuerpo, Jacobo siguió como galopando sin percibir sus extremidades hasta sentir una alegría vacía, hasta ya no sentir miedo hasta que Jacobo sintió que en cada lapso sus penas se aligeraban más hasta darse cuenta que ya se había triturado en el trayecto de su carrera, incluso hasta el más profundo de sus pensamientos, en lo que Jacobo existía ya no se le llamaba cuerpo y luego de salir de la encrucijada por la que estuvo perdido, encontró la calle Margaret y  ella le dijo:

-     Jacobo, ¿vez aquel regio molino para nixtamal que se encuentra asuso sobre ese gran reloj?
-     Si, lo veo Margarita.

-     Seis meses no valen en Londres para una cosecha de maíz, pero si vuelas y te introduces entre sus manecillas, podrás transformarte y seguir tu camino.

-     ¿Y en que me transformare Rita, hacia donde iré?

-     Eso no importa preocúpate por el nixtamal.


 Jacobo la miro a los ojos y creyó en ello, voló con su corpúsculo para seguir el final de su camino.


FIN


[i] El tequesquite, tequexquite o tequixquitl (del náhuatl tetl, piedra; quixquitl, brotante, "Piedra que sale por si sola, eflorescente") es una sal mineral natural, utilizada en México desde tiempos prehispánicos principalmente como sazonador de alimentos.